domingo, 2 de febrero de 2014

EL TRISTE BALCON DE LA MADAMA...

           Historias en Roma hay cientos, de misterio, de amores, de desamores, de terror, cómicas… Hoy vamos a hacer una parada y a contar una historia de esas que pasan a la leyenda y termina mezclando lo inventado con lo real, de esas que, para desgracia, suelen pasar desapercibidas para los turistas y visitantes. El lugar, una esquina de Plaza de Venecia con Via del Corso, como veréis es un sitio muy transitado, un lugar de paso obligado para casi todo el mundo, pero, como ya he dicho en más de una ocasión, en Roma, la gente tiende a mirar hacia abajo y hacia adelante, nunca suelen levantar la vista y, en esta ocasión, hay que hacerlo, hay que levantar la vista hasta un balcón de un edificio, un balcón con una curiosa celosía verde que cubre toda una esquina de la primera planta del hoy llamado Palazzo Misciatelli, antes conocido como Palazzo Bonaparte…

            El edificio, construido entre 1557 y 1677 por el arquitecto Giovanni Antonio de Rossi para el marqués Giuseppe Benedetto, fue vendido por este en 1619 a la familia Rinuccini (nombre con el que, durante un tiempo, fue conocido el palazzo), hasta que fue vendido en 1818 a Madame Maria Letizia Ramolino Bonaparte, madre de Napoleón Bonaparte.

         La vida de Madama Letizia (como le gustaba que la llamaran sus amigos más íntimos) es absolutamente de novela historia, si tenéis un ratito, os aconsejo que sigáis el vínculo que os he puesto y leáis el artículo de Wikipedia (aunque escaso es muy interesante), pero puede daros una idea bastante aproximada de esta genial y gran mujer, de su historia y de cómo la vivió. Yo, por mi parte, me limitaré a contaros una pequeña historia sobre la madama Letizia y sus últimos días en Roma.



          Tras la derrota de su hijo Napoleón y su posterior exilio en Santa Elena, Letízia Ramolino solicitó permiso al Papa Pio VI para fijar su residencia en Roma, a la que tanto amaba y, en 1818 la familia Ranuccini accedió a venderle su palacio en la esquina de Via del Corso con plaza de Venecia, desde donde podía ir andando fácilmente no solo al foro romano y al Coliseo (sus favoritos), sino también a las tiendas y cafés del centro de la ciudad.

       La casa tenía nueve salas (en la principal se conserva todavía la estatua de Napoleón representado como un pacificador). A las pinturas, decoraciones y estucos, típicos del siglo XVIII que ya caracterizaban el palacio, Madama Letizia añadió, posteriormente, varias chimeneas de mármol y mandó rehacer todos los suelos.

           En esta casa Letizia  Ramolino vivió en compañía de dos mujeres pertenecientes a la nobleza romana, Madame Sartriouville y Rosa Mellini, con las cuales amaba comentar las noticias políticas, hablar de arte y leer. Entre las curiosidades que se cuentan de Madama Letizia, se dice que adoraba jugar al billar, al que se aficionó después de que su médico personal le dijera que era perfecto para hacer un poco de ejercicio…



            En 1830, mientras daba uno de sus paseos con sus amigas, se cayó en Viale di Villa Paolina, rompiéndose el fémur, poco tiempo después comenzó a perder la vista (hay quien dice que su caída se debió precisamente a que ya veía más bien poco), desde entonces Madama Letizia decidió no volver a salir de su residencia nunca más y mandó construir la estructura de madera cubriendo totalmente el balcón. Esta estructura le permitía sentarse en él a escuchar a la gente pasar por via del Corso o plaza de Venecia sin ser vista, en él pasaba el tiempo pidiendo a sus amigas que le describieran, con todos los detalles posibles, lo que hacía la gente que pasaba por la calle o por la plaza y, sobre todo, si alguno se paraba a mirar hacia arriba, en dirección al balcón.

            Después de pasar casi seis años así, cansada de la vida y de su enfermedad, Madama Letizia murió el 2 de febrero de 1.836.


            El edificio fue vendido por la familia Bonaparte en 1905 y desde 1972 es propiedad de Assitalia, una compañía de seguros.